En teoría, la decisión de Estados Unidos de congelar los activos personales del presidente ruso, Vladimir Putin, parece un gesto vacío.
Aunque es ampliamente considerado uno de los hombres más ricos del mundo, los documentos oficiales rusos afirman que todo lo que posee son un par de autos viejos, un apartamento pequeño y los ahorros que el exagente de la KGB, de 69 años de edad, acumuló de un salario de alrededor de $140.000.
Pero nadie cree que los documentos oficiales presenten la realidad. La mayoría de los expertos piensan que sus vastos activos están en secreto en manos de un círculo de compinches: los llamados oligarcas rusos, sus familias y parientes más lejanos.
Forbes, la revista conocida por clasificar a los multimillonarios del mundo, reconoce su lucha de 20 años por responder esa pregunta, y que uno de sus editores fue asesinado a tiros en Moscú mientras investigaba a los primeros oligarcas de Rusia.

A pesar del secreto celosamente protegido, el valor del líder ruso asciende a miles de millones de dólares.
William Browder, uno de los principales inversionistas en Rusia y quien jugó un papel decisivo en la aprobación de la Ley Magnitsky, que sanciona a los extranjeros que cometen abusos contra los derechos humanos, estima que la riqueza de Putin es de más de $200 mil millones. Eso lo pondría a la par con Elon Musk, de Tesla, como la persona más rica del planeta.
Browder basó su estimación en un trato que, según él, Putin hizo con los oligarcas en 2004, una oferta mafiosa que no pudieron rechazar: la mitad de todo lo que ganaran le pertenecería al presidente. “Pero él no tiene dinero a su nombre”, remarcó desde Londres.
Gran parte está guardado en cuentas, inversiones y propiedades en el extranjero. Según un estudio de 2017 publicado por la Oficina Nacional de Investigación Económica, los rusos adinerados tienen un estimado de $800 mil millones en el extranjero.
Eso incluye propiedades inmobiliarias significativas, la mejor porción de Europa. Oliver Bullough, un experto británico en lavado de dinero que vivió en Rusia, está a punto de relanzar “recorridos de la cleptocracia” por Londres, un tour que muestra propiedades de lujo de los oligarcas rusos. Transparencia Internacional estimó que rusos con vínculos con el Kremlin o con la corrupción compraron casi 2.000 millones de dólares en bienes raíces británicos, gran parte de ellos en Londres, la “lavandería” de Rusia o “Londresgrad”, como algunos la llaman.
“A menudo usan a sus hijos o socios cercanos como figuras para ocultar su riqueza”, añadió.
También están los palacios, los megayates y los jets privados. En un caso que hizo reír a los expertos en el Kremlin, unas semanas antes de la invasión de Ucrania por parte de Putin, el yate de lujo Graceful, de 265 pies, fue avistado en una salida abrupta de Alemania hacia Rusia. Los analistas creen que el barco pertenece a Putin, quien lo estaba poniendo en un lugar más seguro.

Más cerca de casa, el equipo de Alexei Navalny, un líder de la oposición rusa a quien el gobierno de Putin encarceló, elaboró un extenso informe (en ruso) que detalla una compleja red de transferencias e individuos que entraron en el “palacio de Putin”, una propiedad enorme en el sur de Rusia y con vistas al Mar Negro, con un valor estimado de $1.300 millones de dólares. El multimillonario ruso Arkady Rotenberg, quien tiene estrechos vínculos con el líder, ha dicho que la propiedad le pertenece.
Después de la anexión ilegal de Crimea por parte de Putin en 2014, EE.UU y la Unión Europea impusieron una serie de medidas restrictivas contra personas y entidades rusas.
Pero el presidente ruso y su grupo de amigos ricos han pasado años dispersando y ocultando los activos, con la ayuda de una industria artesanal de abogados, contadores y bancos que han servido a los oligarcas para explotar el enfoque de laissez-faire de Occidente para los requisitos de divulgación, así como lagunas y tretas para enmascarar sus propiedades.
“Tenemos una coalición no de los dispuestos, sino de los lamentables: los secuaces de Putin unidos con abogados amorales”, señaló el miembro del parlamento británico Bob Seely a la Cámara de los Comunes esta semana, nombrando a varios abogados de Reino Unido.
Maira Martini, experta en antilavado de dinero de Transparencia Internacional en Berlín, afirmó que investigar el dinero ruso ilícito requerirá de una cooperación sin precedentes entre países porque los fondos a menudo se encubren a través de empresas ficticias en un país, bancos en otro, y luego se gastan en activos como propiedades de lujo en un tercer país.
“La riqueza de Putin está muy bien escondida”, señaló Martini. “Hay capas y capas entre sus activos. Requiere una comprensión completa de quiénes son los apoderados de personas cercanas al régimen”.

Estados Unidos, la Unión Europea y el Reino Unido están trabajando con una lista de sanciones cada vez mayor de élites rusas vinculadas con el presidente del país. Esas listas representan los principales objetivos a medida que los investigadores del gobierno comienzan a tratar de pelar la cebolla del secreto.
Este lunes, Suiza rompió con su tradición de neutralidad al unirse para congelar los activos de Putin, el primer ministro y ministro de Relaciones Exteriores de Rusia, así como de decenas de personas que la UE detectó la semana pasada.
Para aquellos en la lista, las sanciones bloquearían el acceso a activos y transacciones financieras en EE.UU, la UE y Gran Bretaña. Básicamente, congelarían sus cuentas con efectivo y valores.
Estados Unidos se está preparando para agregar más oligarcas rusos y partes relacionadas a su lista. El miércoles, el procurador general Merrick B. Garland anunció la fuerza de tareas llamada KleptoCapture, una iniciativa interinstitucional para hacer cumplir las sanciones financieras y otras medidas económicas contra personas y entidades rusas específicas. “No dejaremos piedra sin remover para investigar, arrestar y enjuiciar a aquellos cuyos actos criminales permiten al gobierno ruso continuar con esta guerra injusta”, destacó Garland.
No va a ser rápido ni fácil, y en algunos casos puede ser imposible encontrar pruebas de las posesiones de Putin hasta después de que deje el poder.
“Hay voluntad política para perseguir esto de manera sistémica, pero lleva tiempo. Hay que hacerlo en serio, y no sucederá de la noche a la mañana”, destacó Daniel Fried, ex embajador de Estados Unidos en Polonia y actualmente miembro del Atlantic Council en Washington.

Jamison Firestone, un abogado estadounidense que ejerció la abogacía en Rusia y ha estado trabajando para el grupo del disidente ruso Navalny, cree que la respuesta de Occidente es muy diferente del pasado, en alcance e intensidad. “Antes no se sancionaba a los miembros de la familia, no se retiraban sus visas”, dijo. “Y lo que hemos visto hasta ahora es solo el comienzo. No puedo imaginar, mientras Kiev es objeto de bombardeos aéreos, que a medida que las cosas empeoran y miramos esas imágenes en la televisión, que dejemos de implementarlas. Creo que realmente estamos apenas en la punta del iceberg”.
El objetivo no es empobrecer literalmente a Putin, sino perturbar lo suficiente la vida de su círculo íntimo para que éste ejerza presión sobre el líder ruso en pos de que modere su conducta.
No está claro si los oligarcas, incluso bajo presión financiera, se atreverían a pedirle a Putin que se retire de Ucrania, y mucho menos intentar sacarlo del poder. Putin está utilizando personas que le son extremadamente leales y que probablemente dependen de él.
Ha construido muchas redes basadas en favores personales y kompromat –o información dañina- que le dan mucho control sobre las personas, consideró Olga Khvostunova, directora del Instituto de Rusia Moderna en Nueva York.
Aún así, algunos consideran que los oligarcas que llegaron a un acuerdo fáustico con Putin se acostumbraron a disfrutar de un estilo de vida lujoso, al que tal vez no quieran renunciar.
“Esto no se trata solo de dinero”, destacó Firestone. “Se trata de una forma de vida. Occidente ha hecho algo increíble, nunca antes visto. Ya no estamos buscando si alguien ha hecho algo mal. Lo que básicamente estamos diciendo es: todo lo que tienes se deriva del apoyo a este dictador. Ahora debes elegir. No puedes disfrutar de nuestro sistema mientras continúas apoyando este régimen”.

Fried, el ex embajador, agregó: “Si Putin lleva al país al caos económico y al aislamiento -lo cual parece estar haciendo- y la guerra se vuelve más impopular, de repente su posición es inexpugnable hasta que se vuelve vulnerable… No digo que vaya a pasar mañana. Pero también recuerdo al [ex presidente rumano Nicolae] Ceaușescu. Pasó de ser un dictador a ser un tipo muerto en aproximadamente una semana”.
El 24 de febrero, el día en que Putin lanzó la invasión a Ucrania, la agencia de noticias rusa Tass informó que convocó a 37 de los representantes comerciales de Rusia a St. Catherine Hall, en el Kremlin. Era un quién es quién virtual de la industria rusa, e incluyó a un puñado de multimillonarios que desde entonces han sido atacados con sanciones de Occidente.
Putin les dijo por qué había decidido atacar y aparentemente los preparó para posibles sanciones. Según los relatos publicados, el líder ruso abandonó la sala sin darle a ninguno de los líderes empresariales la oportunidad de comentar.
Las sanciones contra el propio Putin son ciertamente mucho más simbólicas que cualquier cosa que en sí misma sería dañina para él. Sin embargo, el simbolismo es poderoso. “Se supone que debemos entender su riqueza como un tributo. No es solo un multimillonario más que esconde su dinero”, destacó el historiador de Yale Timothy Snyder, en una conferencia realizada este miércoles. “No, es un tributo. Es un aspecto de su poder”.
Daniel Treisman, profesor de UCLA que se especializa en política y economía rusas, agregó: “No es que tenga activos fuera del país y vulnerables a la incautación lo que le preocupa perder. Dudo que realmente alguna vez fuera a usar todos esos miles de millones de dólares. Ciertamente no lo llevará a reducir el lujo de su estilo de vida”.
A la vez, agregó Treisman, “ciertamente se tomará como un ataque personal, y él es bastante sensible con esas cosas”. Cómo podría reaccionar a medida que Occidente aumenta la presión sobre el líder ruso y sus oligarcas amigos puede ser preocupante, especialmente dado su poderío nuclear.

“Creo que tenemos que estar preocupados por su estado emocional y psicológico”, remarcó Treisman. “Él es extremadamente pasional sobre estos temas. Y cualquier líder, cuando está arrinconado, puede tomar decisiones que antes parecían improbables”.
Ukraine won its independence in 1991 with the fall of the Soviet Union. Russian President Vladimir Putin contends it was never a state.
A no-fly zone, many officials say, would draw the U.S. and its NATO allies into direct combat with Russia — an escalation many liken to a world war. Air combat missions would have to be supported by ground-based operations and the U.S. and its NATO allies would have to be prepared to go in over land, making it “a slippery slope from there to a shooting war.”
There are set definitions and processes for determining who’s a war criminal and how they should be punished. The investigations into Putin’s actions already have begun. The U.S. and 44 other countries are working together to investigate possible violations and abuses, and there’s another inquiry by the International Criminal Court.
Several organizations in California, as well as international aid groups, are helping refugees, wounded soldiers and others in and around Ukraine. Here’s how you can contribute.

Lee reportó desde Washington; Pierson desde Singapur.
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Don Lee covers the U.S. and global economy out of Washington, D.C. Since joining the Los Angeles Times in 1992, he has served as the Shanghai bureau chief and in various editing and reporting roles in California. He is a native of Seoul, Korea, and graduated from the University of Chicago.
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David Pierson is a former foreign correspondent for the Los Angeles Times.

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