Han pasado 48 años desde que los astronautas del Apolo 17, Eugene Cernan y Harrison Schmitt, aterrizaran en la superficie lunar el 11 de diciembre de 1972. Desde entonces no hemos vuelto, pero la NASA tiene un plan. Se llama Misión Artemis, y llevará a dos astronautas a la Luna en 2024.

El nombre es un gesto de reconocimiento a los logros de decenas de mujeres que han hecho posible la actual tecnología espacial. Artemis o Artemisa en Español es la diosa griega de la caza y hermana gemela de Apolo. La misión Artemis será la primera en la que una astronauta mujer pise la superficie de la Luna. La NASAha hecho público el nombre de la misión el 13 de mayo de 2019. Hasta entonces ni siquiera había una denominación concreta, solo planes vagos.
El plan original de la NASA era volver a la Luna en 2028, pero el presidente de Estados Unidos tiene otra idea en mente. La administración Trump quiere adelantar el regreso a la Luna a 2024. En una reciente rueda de prensa, el director de la NASA, Jim Bridenstine, decía:
El presidente Donald Trump solicitó a la NASA que aceleremos nuestros planes para regresar a la Luna y que los seres humanos vuelvan a pisar su superficie en 2024. Volveremos con nuevas tecnologías y sistemas innovadores para explorar más lugares de su superficie de lo que nunca se creyó posible. Esta vez iremos a la Luna para quedarnos. Después usaremos lo que aprendamos allí para dar el siguiente gran salto: enviar astronautas a Marte.
El Programa Artemis y sus misiones están en sus primeros estadios de vida. No hay un calendario concreto y muchas de las tecnologías necesarias para volver a la Luna aún tienen que desarrollarse. Espera… ¿qué? ¿Cómo que tienen que desarrollarse?
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Sí, la NASA no quiere volver a la Luna en las mismas precarias condiciones que las misiones Apolo solo para plantar una bandera, recoger rocas y poder decir que hemos estado allí. Esta vez la idea es ir con calma para rebuscar bien a ver si le podemos sacar partido a nuestro satélite, y eso requiere un enfoque muy diferente. Para empezar, la agencia quiere desarrollar un sistema sostenible y reutilizable. Ese sistema gira alrededor de cuatro nuevos elementos:
Llegar a la Luna implica una nave más grande (más sobre eso a continuación) y más equipamiento científico. El SLS es el cohete que se encargará de lanzar todo ese material y personal al espacio. Su configuración inicial permite poner en órbita casi 26 toneladas de equipo. Futuras actualizaciones aumentarán esa capacidad a las 45 toneladas.
La Orión es la nave para viajes largos más avanzada de la que dispone la NASA. Ya la hemos probado en el espacio (subida a órbita y reentrada), pero ahora toca probarla en recorridos de ida y vuelta a la Luna. El primero de estos vuelos no tripulados despegará, si todo va según lo previsto, en 2020. El primero tripulado en 2022.
Imagina la Estación Espacial Internacional, pero orbitando alrededor de la Luna en lugar de hacerlo sobre la Tierra y tendrás una idea muy aproximada de lo que será Gateway. La estación será el punto de llegada de las naves Orion, y también el lugar del que partirán las misiones de descenso a la superficie de la Luna. La idea es buena porque permitirá hacer descensos sobre cualquier lugar de la Luna y además servir como punto de partida y abastecimiento para misiones en el espacio profundo. El primer elemento de esta estación será el sistema de energía y propulsión, que aún está por definir. Será en 2022.
Finalmente, hace falta un módulo de descenso que permita a los astronautas o a robots bajar a la superficie lunar y regresar a Gateway. Hay varios diseños compitiendo. Lockheed Martin, por ejemplo, tiene una propuesta. El millonario Jeff Bezos presentó recientemente la Blue Moon, otra propuesta de módulo de descenso.
Jim Bridenstine anunció recientemente una corrección al presupuesto de la NASA para 2020 realizada a petición de Trump. La agencia recibirá (previa aprobación del Congreso) una inyección extra de 1.600 millones de dólares para comenzar de inmediato el desarrolllo de las tecnologías necesarias para las misiones Artemis. Ese presupuesto se desglosa así:
El tercer apartado se refiere a nuevos sistemas de propulsión, máquinas para convertir el hielo lunar en agua, aire o combustible, sistemas de impresión 3D para estructuras…. Huelga decir que el programa Artemis va a necesitar mucho más que eso para despegar. La buena noticia es que la NASA ya no está sola en el desarrollo de tecnologías que hagan posible el regreso a la Luna. Otras agencias están trabajando en diferentes sistemas, bien en colaboración con Houston, o por su cuenta. Además hay varias compañías interesadas en llegar a la Luna por las posibilidades económicas que podría tener su explotación. Blue Origin (la compañía del dueño de Amazon) o Space X son solo dos de ellas.
Una primera respuesta a esa pregunta es “explorarla a fondo”. Eso incluye visitar regiones que solo conocemos desde órbita lunar como los polos. Sin embargo, el gran objetivo del programa Artemis es investigar nuevas tecnologías que funcionen solo a partir de los materiales que tenemos en nuestro satélite. La NASA quiere averiguar hasta qué punto podemos usar el hielo bajo la superficie Lunar para extraer recursos o el regolito marciano como material de construcción. Lo que avancemos en estos campos será de gran ayuda cuando nos planteemos visitar Mundos más alejados como Marte. [NASA y NASA]

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