Foto: Sadiel Mederos.
12 / diciembre / 2022
Alejandro Gil Fernández, vice primer ministro cubano y titular de Economía y Planificación, aseguró este 12 de diciembre de 2022 ―ante la Asamblea Nacional del Poder Popular― que 480 empresas estatales cubanas (aproximadamente el 24 %cerraron el año con pérdidas. 
A pesar del constante proceso de «modernización» y «perfeccionamiento» en la empresa estatal socialista, el dato ofrece señales de la ineficiencia del modelo empresarial, el cual se considera aún como «principal» e «irrenunciable» para el futuro económico del país. 
Gil Fernández, además, anunció nuevas medidas para reestructurar el sector empresarial estatal. Habló del estudio de otras formas de dirección, como las Juntas de Gobierno (un sistema de recalificación de las empresas estatales) y del aumento de la reconversión de empresas en pymes estatales.
Las posibles transformaciones responden a la lógica expresada por Gil de que ni la economía cubana ni sus empresarios son «capitalistas». El ministro insistió en el hecho de que, de acuerdo con el diseño cubano, las pérdidas y las ganancias no son siempre indicadores de eficiencia. Dijo que algunas mantienen pérdidas porque la decisión del Gobierno de topar precios, para no afectar a la población, influye en su incapacidad de cubrir costos. Sin embargo, reconoció que, a pesar del análisis, el diseño de una empresa no podía basarse en pérdidas constantes que el presupuesto del Estado deba cubrir. También admitió que la solución para el fenómeno no podía ser el cierre de la empresa.
Alejandro Gil indicó que existen empresas estatales que en sus balances financieros, al cierre de 2022, mostraban resultados positivos; pero los resultados no responden de manera necesaria a un incremento real de la productividad. Más de 500 empresas estatales y más de medio millón de trabajadores han sido beneficiados con las medidas de reestructuración salarial y la repartición de las utilidades. La situación llevó a que empresas estatales repartieran utilidades, equivalentes a riquezas, que no son creadas a partir del incremento de la producción, sino del aumento de los precios. 
El vice primer ministro recalcó que el «ingreso o la ganancia» no puede ser el único incentivo de los empresarios socialistas cubanos, que tienen que pensar como país en el beneficio de la colectividad. 
También dijo que 2023 será un mejor año para los cubanos y aseguró que está planificado un aumento cercano al 3 % del producto interno bruto (PIB). En paralelo, anunció que el crecimiento de 2022 ronda el 2 % del PIB, lo que implica una mejora en relación con el 1.7 % reportado en 2021. A pesar de la mejora, recalcó que el país estaría en un -8 % respecto a la situación de 2019. 
Gil reconoció que los planes de exportaciones y de ingreso en divisas de 2022 se incumplieron, así como los de producción de alimentos como arroz, frijoles, viandas, carne y huevos. Entre las principales razones de la baja productividad, el vice primer ministro admitió que no se habían entregado insumos para la agricultura y que los fertilizantes estaban «carísimos» en el mercado internacional. 
No obstante, dijo que se avanzó en la recuperación y construcción de los módulos agropecuarios, en la comercialización directa de productos por parte de las diferentes formas productivas y habló de la labor del banco de fomento agropecuario.
Las medidas que aprobó el Gobierno para detener el «incremento desmedido e irracional de los precios» tampoco han funcionado. Gil reconoció que no han podido detener la inflación acumulada entre enero y octubre de 2022, que ronda el 29 %. 
La cifra implica que los precios de la lista de productos y servicios que utiliza la Oficina Nacional de Estadísticas e Información (ONEI) para medir la inflación han aumentado cerca de un 30 % durante los diez primeros meses de 2022.
El ministro añadió que la inflación interanual, medida en el plazo que va de octubre de 2021 a octubre de 2022, aumentó alrededor del 40 %, lo que se traduce en la disminución —en ese monto— de la capacidad adquisitiva de los ciudadanos. 
Varios economistas consideran muy optimistas o deficientes ambas estadísticas oficiales. 
El principal problema para saber con exactitud qué inflación tenemos depende de los datos que se utilizan para calcularla. Esto impide obtener cifras verificables y estandarizadas.
A pesar del crecimiento económico que se espera para 2023, también se planifica que 83 empresas estatales reporten pérdidas al cierre del próximo año y que aumente el precio de la canasta básica y de otros productos de primera necesidad debido a lo que el vice primer ministro denominó «inflación importada». 
En su intervención, Gil recordó que en las condiciones vaticinadas, el salario medio ―que para 2023 será de 4 162 CUP― no alcanzará (en la actualidad tampoco es suficiente) para cubrir las necesidades básicas de la población. Los trabajadores más afectados serán los vinculados al sector de la educación y la salud, quienes a pesar del aumento salarial en 2020 tras la Tarea Ordenamiento mantienen ingresos insuficientes, producto de la desenfrenada inflación. También recalcó que la solución para los déficit no será un nuevo aumento de los salarios.
Tras la rendición de cuentas del ministro de Economía y Planificación, Ulises Gilarte, secretario general de la Central de Trabajadores de Cuba (CTC), reconoció que más de un millón de trabajadores estatales tiene un salario por debajo de los 5 000 CUP, y que más de un 1 700 000 jubilados no suplen sus necesidades básicas en las condiciones actuales del país.
A pesar de los datos negativos de la economía cubana, Gil insistió en que 2023 será mejor. Para avivar las esperanzas de quienes le escucharon utilizó varios argumentos.
Entre los principales elementos que garantizarían una potencial mejoría destacó el control de la pandemia de COVID-19 y apeló a los resultados de las giras internacionales que realizara el presidente Miguel Díaz-Canel, con las cuales logró destrabar varios créditos, según revelaron medios estatales cubanos. También habló de los resultados de la Feria Internacional de La Habana (Fihav), que supuestamente «demuestran el interés de los empresarios extranjeros» en el país a pesar del «bloqueo», y la posibilidad de que en 2023 puedan materializarse nuevas oportunidades de inversión. No obstante, en 2022 solo hubo seis intenciones de inversión de las que apenas cinco proyectos se encuentran en fase de negociación. 
Indicó, además, que el próximo año se diversificarán los actores económicos, aumentará el turismo —que en 2022 incumplió su meta en 800 mil turistas—, y habrá un mayor aseguramiento de combustible. El aumento de la disponibilidad de combustible permitirá ―según el vice primer ministro― la sostenibilidad de la generación de energía eléctrica. Para tener un 2023 mejor, Gil aspira a que se produzca un aumento en los volúmenes de turistas recibidos. La cantidad esperada es 3.5 millones de visitantes, casi el doble de los que llegaron en 2022 (que fueron cerca de 1.7 millones). La cifra «ideal» para el año próximo dista de los 4.2 millones recibidos en 2019, justo antes del inicio de la pandemia de COVID-19.
El ministro dijo también que pretenden incrementar las exportaciones en más de mil millones de dólares, aumentar en un 15 % la circulación mercantil minorista y contar con un programa de estabilización macroeconómica. Al mismo tiempo, el plan propuesto tiene como objetivo acrecentar la innovación y aplicar los conceptos de la economía circular que tiene experiencias novedosas en Cuba. 
A pesar de lo halagüeño que resulte el discurso de Gil, muchos de los elementos que utilizó para sostener las esperanzas de los cubanos son aspiraciones. Son parte de un «plan», una proyección que en 2022, como en otras tantas oportunidades, no se cumplió. 
La gira internacional de Miguel Díaz-Canel pudo destrabar posibilidades de financiamiento con aliados estratégicos. Sin embargo, las oportunidades se habían paralizado previamente por las incapacidades de pago de las autoridades cubanas. Incapacidades que es improbable cambien en 2023 y las cuales ―a pesar de las alianzas estratégicas― motivaron que se suspendieran intercambios con acreedores que no responden a fidelidades políticas, sino al cumplimiento de las obligaciones de pago.
Es curioso que el segundo lugar entre los viajeros que arribaron a la isla sean miembros de la comunidad cubana en el exterior. ¿Se pueden considerar turistas?
Alejandro Gil se refirió, además, a la diversificación de actores económicos. Pero indicó que el «incremento desmedido, injusto e irracional de los precios» tiene un componente especulativo que es intolerable en una economía socialista como la cubana, en la cual las medidas de control de precios tienen que continuar desarrollándose. Insistió en que la economía cubana no es de mercado, sino una «economía con espacio de mercado», en la cual hay que controlar la ganancia de los actores económicos. 
En ese sentido, el sector no estatal será el más perjudicado, en tanto sus actores no pueden disfrutar de los mecanismos de subsidios a costa del presupuesto estatal del que disfrutan las empresas estatales. A pesar de la falta de incentivos y de los mecanismos de control centralizados, Gil aspira a que alrededor de 4 mil nuevos actores se incorporen a la economía cubana en 2023. 
Aseguró también que el sector no estatal tiene una participación de entre un 12 y un 14 % en la economía cubana y garantiza entre el 21 y el 28 % de la transportación de pasajeros y el 1 % del transporte de carga. Reconoció que en 2022 generaron entre 14 y 15 millones de dólares en exportaciones y que aportaron unos 58 mil millones de CUP a la circulación mercantil minorista. Sin embargo, no utilizó los números para resaltar la creciente importancia del sector privado, sino para recalcar el papel preponderante que todavía tiene la empresa estatal en el modelo económico cubano.
Gil no puede garantizar el aumento de 1 mil millones de dólares que necesita la economía en materia de exportaciones. Si el turismo y las exportaciones no se comportan de acuerdo con lo planificado ―como ocurrió en 2022― es difícil que las autoridades puedan garantizar la generación de los 20 140 gigavatios anuales necesarios para sostener el consumo del sector residencial y mantener el incremento de la actividad económica.
Habría que agregar que parece ser una estrategia del Gobierno cubano mantener como solución para el déficit de energía eléctrica el uso de las centrales flotantes turcas, que cubren hoy el 15 % de la generación total. 
La urgencia de invertir en el sistema de generación térmica es una realidad. Pero, ¿a dónde va el dinero de las termoeléctricas?
No obstante, se trata de una energía eléctrica «importada» que se paga en divisas generadas por vías diferentes a la comercialización de electricidad que se realiza en CUP y a precios subsidiados. 
Por ende, la falta de disponibilidad de divisas favorece ―como ha ocurrido en otras oportunidades― la pérdida del volumen de generación eléctrica. El sistema electroenergético nacional en sus condiciones actuales no puede enfrentar la pérdida. No dispondrá de nuevas plantas termoeléctricas, lo cual, sumado a la falta de divisas, sugiere que tampoco ejecutará la reparación capital planificada para 2023 de la central termoeléctrica más grande del país: la «Antonio Guiteras».
Las aspiraciones del Gobierno cubano incluyen también un plan de inversiones al que Gil denominó ―para variar― «de continuidad». Dentro del plan, el 49 % de las inversiones se concentra en alimentos, cemento, acero y turismo; cerca del 95 % son inversiones que tienen algún grado de implementación desde años anteriores.
No obstante ―y a pesar de que Gil reconoce que el turismo no debe tener en 2023 iguales niveles de actividad prepandemia―, para el próximo año se pretenden terminar diez hoteles que implican 3 147 nuevas habitaciones.
Los funcionarios cubanos dicen que, en 2023, «sí se puede». Pero más allá de las aspiraciones, no explicaron cómo se lograría. Pidieron, otra vez, «resistir creativamente» y «combatir» a quienes insisten en imponer precios abusivos para enriquecerse. 
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